Para alguien que estudia los efecto de la tecnología en la sociedad, este estudio llevado a cabo por tres economistas de la
St Louis Federal Reserve, «Marriage market sorting in the U.S.«, tenía que resultar inevitablemente interesante: resulta que la proliferación en el uso de aplicaciones de dating en los Estados Unidos, en donde su uso ha pasado del 2% en el 1998 al 50% en el 2017, ha provocado un incremento significativo de la desigualdad, al proporcionar una facilidad mucho mayor para segmentar los posibles candidatos en función de variables como estatus socioeconómico o nivel de estudios.
Según las conclusiones del estudio, en un mercado con una creciente gama de opciones para elegir a golpe de un simple desplazamiento de la punta del dedo, el número de bodas no se ha incrementado, lo que viene a demostrar que el funcionamiento de este tipo de compañías, cada vez más a la baja en bolsa, se centra mucho más en los encuentros casuales que en la búsqueda real de relaciones sostenibles, que en último término tienden a implicar que los clientes retiren sus perfiles de la app.
Pero más allá del número de bodas o de la tendencia al establecimiento de parejas estables, ante un conjunto más amplio de candidatos o candidatas donde elegir, las variables en función de las que se hace tienden a provocar un incremento de la desigualdad social.