Supuestamente, las nominaciones a los Óscar deberían dar interés por ver esos filmes que ni siquiera te suenan o que han tenido una distribución más pobre. En su lugar, desde la invención de las redes sociales, la gente se encierra en una pelea absurda basada en "Más vale que gane la que he visto yo" y "Espero que no gane una que no he visto pero me han dicho que es mala".