Podemos decir que hace 40 años Apple revolucionó el mundo con el
Macintosh, pero aquel aparato no se podía sacar de casa por muy modular y funcional que fuese. Sin embargo, en la cabeza de Apple como empresa siempre estuvo la portabilidad en primer plano. Que se lo digan al MacBook Air M4, con 11 mm de grosor y un peso de aproximadamente 1,2 kg. Hasta
Newton, el bisabuelo del
iPhone que casi manda a Apple a la bancarrota, aspiraba a colarse en nuestros bolsillos antes de que tuviéramos una remota idea de qué significaba la palabra smartphone.
Pero claro, si esta portabilidad ha cambiado por el camino la forma en que trabajamos de la oficina tradicional a los entornos flexibles, y de ahí, a los cafés como espacios laborales improvisados strong>algunos cafés están diciendo "basta" a la invasión de las mesas por hordas de freelancers y teletrabajadores. Yo reconozco que trabajar desde una cafetería con un latte recién hecho es una bendición. Las cafeterías del Apple Park, que presumen de café de calidad, seguro que además están atiborradas de perfiles como el mío. Pero es posible que se nos esté acabando el chollo.
Cuando estuve de viaje en Polonia hace unos días me di cuenta de una curiosa rutina: en cada local, el camarero te aborda insistentemente una y otra vez para saber si necesitas algo más. De lo contrario, te invita a pagar, te pregunta quién pagará la cuenta.