¿Recuerdas lo que hacías con 12 años? Quizá andabas jugando a la consola, o echando una pachanga futbolera. O quizá los deportes no eran lo tuyo y preferías la simple introspección, matar las horas leyendo cuentos. Lo que está claro es que a los 12, mientras otros chavales se preocupaban por las clases de matemáticas o el examen de la semana próximo,
Steve Jobs tenía la cabeza en otra cosa: construir un contador de frecuencias. Pero le faltaban piezas.
Así bien, en lugar de resignarse,
Jobs hizo algo que definiría su vida: buscó en las páginas amarillas el número de Bill Hewlett, cofundador de Hewlett-Packard, y lo llamó directamente para pedirle repuestos.
En nuestra cabeza,
Steve Jobs permanentemente será un tipo con barba blanca, jersey de cuello cisne, vaqueros gastados y unas sneakers que ya son míticas. Pero antes del mito estuvo el hombre. O el chaval, mejor dicho.
Steve Jobs de 12 años quería construir un contador de frecuencia, pero no podía porque no tenía las piezas. Así que se le ocurrió acudir al mismísimo Bill Hewlett. No quería causarle molestias ante alguien con una agenda tan apretada, pero tampoco se iba a quedar con las ganas.
Tal y como podemos ver en el vídeo de más arriba, aquella llamada no solo le consiguió las piezas, sino además un trabajo. Así lo describe el propio Jobs:
Contestó él mismo al teléfono.