Cuando se estrenó en 2012 'Django Unchained' sorprendió por la filigrana que suponía. Del mismo modo que 'Kill Bill' había tomado referencia en su momento del cine wuxia, este era un western muy competente y un auténtico homenaje al género. además era indudablemente una cinta de Tarantino, y se convirtió rápidamente en una de las más queridas del director.
Al anunciar al mundo que quería repetir esa pirueta una segunda vez con 'The Hateful Eight' la noticia no se tomó tan bien. Inicialmente una secuela novelizada de Django que acabó desechada, había dudas de si el cineasta hacía bien encarando otro western tan pronto, y hasta qué punto podía aportar algo diferencial que no hubiera hecho ya con Django. Resultó que mucho.
'The Hateful Eight' no era solo un filme muy diferente a su predecesora, también un film muy distintiva en su filmografía. Esencialmente coral y con un reparto espectacular de actores veteranos que incluye a Samuel L. Jackson, Jennifer Jason Leigh o Bruce Dern, lo que se nos propone es no un western al uso sino una suerte de whodunit, uno que reúne a un grupo pintoresco dentro de una cabaña y con un apetecible botín. Una bomba a punto de detonar que nos mantiene en tensión durante todo el metraje.