En muchas ocasiones, probablemente más de las que me gustaría, es tremendamente complicado expresar con palabras tu opinión sobre un film. Curiosamente, y aunque pueda parecer contradictorio, este escenario no se da cuando te ha causado la suficiente indiferencia ya no digamos desagrado como para poder evaluarlo con cierto distanciamiento y perspectiva.
Cuando los pensamientos concretos y más o menos racionales no terminan de fluir es cuando, además de haber terminado maravillado por sus características objetivas, el filme ha calado hondo por causas más personales que estrictamente cinematográficos. Esto es precisamente lo que me ha ocurrido con 'A
Real Pain', el segundo y magnífico film dirigido por Jesse Eisenberg; pero como uno es profesional, va a intentar localizar la lógica tras el milagro.
Tras varios días dando vueltas a sus precisos y ajustados 89 minutos de duración, la primera conclusión a la que he conseguido llegar es que si la cinta me ha tocado como pocas lo han hecho últimamente puede que 'Vidas pasadas' haya sido la última hasta la fecha es por el equilibrio casi imposible entre comedia y drama que alcanza Eisenberg, que también escribe.
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