La
Neo Geo jugaba en una liga superior al resto de consolas. De hecho, bastaba con ver los bombazos de SNK en movimiento para darse cuenta de la brutal brecha que había entre aquella bestia parda y el resto de máquinas con las que compartía generación: juegos como
Fatal Fury lucían en
SNES o
Mega Drive como humildes conversiones domésticas, pero los cartuchos de la "Rolls Royce" de las videoconsolas ofrecían el mismo juego y sensaciones que te dejaban boquiabierto en los salones recreativos. Literalmente. ¿El secreto? Su sistema de cartuchos.
Los cartuchos de
Neo Geo son enormes. Gigantescos. Casi 20 centímetros de largo y 15 de ancho. Logran que veamos los juegos de Nintendo y SEGA como algo diminuto y, sin exagerar, si éstos tuviesen botones y una pantalla podrían pasar por una consola portátil. Sin embargo, cuando SNK planteó aquel sistema no tenía en mente lanzarse a competir con el Cerebro de la Bestia y el resto de sistemas de 16 bits, sino expandir su negocio arcade a los hogares. Dicho así parece lo mismo, pero como verás hay una enorme diferencia.
Es más, el diseño de los cartuchos no era una manera de desmarcarse de la competencia, como pasaba con los Game Pak de NES, sino que debían ser así por una cuestión muy básica: al abrirlos encontramos dos placas y la memoria de algunos juegos, como Metal Slug 3 o los últimos The King of Fighters, superaban los 700 Megas. Casi 20 veces más que los cartuchos más "aprovechados" de
SNES.