En una entrevista en
The New York Times, el mítico diseñador que abandonó Apple hace ya cinco años, confirma estar trabajando con
OpenAI en una startup dedicada al desarrollo de un dispositivo para llevar la inteligencia artificial a algún tipo de interfaz planteado para un uso cotidiano, como ya se especulaba hace aproximadamente un año.
Que la cuestión no es sencilla es algo evidente: plantear nuevas interfaces de tal manera que consigan convertirse en populares y de uso generalizado permanentemente ha sido algo enormemente complejo, ya hemos visto cómo se la pegaban duramente intentos como el Humane AI Pin o el Rabbit R1, con segmentos de precio completamente diferentes ($1000 más suscripción frente a $199 respectivamente), pero básicamente homologables a una especie de asistente de voz portátil, con más o menos canales de entrada, desde la voz a la imagen.
Por el momento, la forma de interactuar con algoritmos generativos de inteligencia artificial está siendo la lógica y esperable en el caso de una tecnología que va colonizando cada vez más funcionalidades: o bien a través de la pantalla de un ordenador o, como mucho, de la de un smartphone.