Vivimos tiempos oscuros en los que, ya no hay cabida para la sorpresa en la industria cinematográfica. Dejando el panorama independiente a un lado, hablar de los estrenos mediáticos de turno implica hacerlo de campañas promocionales que sirven en bandeja de plata o más bien de latón la mayor cantidad posible de detalles sobre tramas, conexiones con otros títulos de franquicias o repartos estelares.
Pero hace una buena temporada la cosa era muy diferente, y un estudio como New Line Cinema fue lo suficientemente valiente como para aceptar la propuesta que uno de los grandes intérpretes del momento puso sobre la mesa a la hora de promocionar uno de los bombazos del curso cinematográfico. Fue hace casi tres décadas, el actor en cuestión se llama Kevin
Spacey, y el filme no es otro que 'Seven'.
En un ya lejano 1995, consciente del impacto de la aparición de su personaje en pantalla en el thriller de David Fincher y de cómo esta conduce a uno de los terceros actos más memorables del género, tuvo la brillante idea de omitir su nombre en la promoción y en los créditos iniciales de la cinta tremenda la secuencia diseñada por Kyle Cooper para ocultar la apariencia del pérfido John Doe hasta el último momento.
El núcleo dramático y narrativo de 'Seven' es la relación entre Somerset y Mills.