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New York Times publica un interesantísimo y recomendable artículo, «How Intel got left behind in the AI chip boom«, con una de esas historias que todos los profesores de innovación adoramos: cómo Intel pasó de ser la compañía tecnológica por antonomasia durante la última década de los â90 y la primera de este siglo, diseñando todos los chips, incluidos los de Apple, que dieron lugar a la revolución del ordenador personal y de internet, para pasar luego a perderse completamente el siguiente revolución, la de la inteligencia artificial, y convertirse en una compañía prácticamente sin interés.
En el medio, llegó a estudiar con mucho detalle la posibilidad de adquirir Nvidia, entonces una compañía con unas finanzas no especialmente brillantes, y acabó descartando la operación debido al alto precio, veinte mil millones de dólares, demandado entonces por la empresa de Jensen Huang.
La valoración actual de Nvidia a día de hoy es de 3,43 billones de dólares, que la convierten en una de las compañías más valiosas del mundo junto con Apple ($3,48 billones) y por delante de Microsoft ($3,16 billones). Unas treinta veces más que el valor actual de Intel. Magnitudes todas ellas mareantes, pero que subrayan qué habría podido pasar si, en 2005, Intel hubiese adquirido Nvidia y, como consecuencia, no se hubiese desconectado de fenómenos como el desarrollo de la inteligencia artificial.