En el año 1938, Disney había terminado con éxito la producción de 'Blancanieves y los siete enanitos'. Había sido un arduo trabajo que ahora tenía su recompensa. La presentación de su primer filme ponía a la compañía en el mapa como una de las productoras de animación pioneras a nivel mundial, y una fábrica de sueños que acababa de empezar.
Como recompensa para sus trabajadores,
Walt Disney decidió regalar un retiro de un fin de semana para todos que prometía desconexión y diversión. Pero mientras unos tenían una idea de diversión muy diferente de la imagen familiar que Disney tenía en la cabeza, otras tensiones estaban generándose dentro de una compañía que desde fuera parecía el ideal americano.
El parque temático más grande de Europa está ahora abandonado y podría protagonizar un filme de terror
Si bien los procesos actuales de animación no son célebres por ser precisamente sencillos, en los años 30 la animación tradicional era un trabajo excepcionalmente complejo, que requería muchas horas de trabajo meticuloso y que involucraba a un gran número de animadores. Estos animadores eran en su gran mayoría jóvenes y entusiastas. Haciendo de
Walt Disney no solo un jefe, sino también un mentor y el tío favorito que todos quieren ver en Navidades.
Disney en aquel momento se sentía como una gran familia.