Aunque la parodia parece tener el ánimo de ridiculizar al máximo, puede ser también la mayor fuente de halagos al intentar desmenuzar todos los elementos esenciales. Al exponerlos, se llega a mostrar un buen entendimiento de los mecanismos, de lo que hace especial determinado concepto, ponerlo en valor mientras se crea cachondeo.
Al fin y al cabo, el humor es una gran fuente de conexión, especialmente cuando en el centro hay algo que todas las partes entienden. Y es importante saber tomarse a guasa algo que te apasiona, de lo contrario uno cae en el riesgo de darse demasiada autoimportancia. No hay mejor antídoto para ello que una película como "El jovencito Frankenstein".
Mel Brooks crea su propia y particular
carta de
amor al terror clásico y monstruos como Frankenstein en esta genial parodia que cumple 50 años de su estreno. Gene Wilder y el grupo de colaboradores habituales del gran director de comedia se juntan en esta genial comedia monstruosa que sigue siendo imprescindible.
Las parodias cada vez tienen menos gracia: una evolución del género desde 'El jovencito Frankenstein' a 'Casi 300'
Frederick Fronkonstein trata de llegar lejos en el mundo de la neurocirugía y la medicina académica, teniendo que renunciar al apellido familiar de Frankenstein para no estar conectado con los demenciales experimentos de su abuelo.