En los primeros años del siglo XXI, el software libre se convirtió en muchos sectores en un asunto de moda en el debate político. Todos recordamos las polémicas del ayuntamiento de
Múnich al respecto, pero ni siquiera España se mantuvo al margen de dicha tendencia.
En un declarado intento de fomentar la independencia tecnológica al tiempo que se reducían costos (reduciendo su dependencia de las caras licencias de Microsoft), varias comunidades autónomas españolas lanzaron sus propias distribuciones de
Linux.
Estas iniciativas prometían cambiar el panorama del software para permanentemente, pero con el paso del tiempo, casi todas desaparecieron silenciosamente o cayeron en la irrelevancia. ¿Qué fue de estas distribuciones autonómicas que tanto dieron que hablar?
La Junta de Extremadura decidió hace unos días declarar el fin de una era tecnológica que ha durado (sobre el papel) más de veinte años: en una reunión reciente, el Consejo de Gobierno de la comunidad autónoma eliminó la obligatoriedad de usar el sistema operativo gnuLinex (antes conocido como LinEx) en la Administración regional, una obligación teóricamente vigente desde 2006...
...aunque ahora se reconoce que nunca llegó a implementarse por completo. Y, porque en realidad gnuLinex dejó de desarrollarse hace tiempo.
LinEx fue quizás la más emblemática de las distribuciones autonómicas.