Pese a todas las herramientas tecnológicas disponibles y a las constantes regulaciones legales, continúan siendo una enorme molestia para muchos usuarios.
Aunque ciertas herramientas, como los filtros de llamadas y aplicaciones especializadas (que bloquean llamadas de números ocultos y ayudan a identificar posibles casos de
spam antes de que contestemos), suponen un útil alivio... en realidad sólo son obstáculos que muchas llamadas siguen sorteando.
Llegados a ese punto, una técnica simple y basada en la ley vigente ha demostrado ser sorprendentemente eficaz: hacer una inquietud directa al teleoperador sobre el origen de nuestros datos.
La Ley Orgánica 3/2018, establece directrices estrictas sobre cómo las empresas deben dirigir nuestra información personal.
En teoría, esta ley debería limitar las llamadas de telemarketing a aquellos que han dado su consentimiento explícito para ello (que hayamos sido conscientes de ello, por desgracia, es otro cantar: es crucial ser conscientes de los permisos que otorgamos al suscribirnos a determinados servicios, por ejemplo).
Si te llaman, respondes y no te dicen nada (excepto, quizá, un 'goodbye'), eso es una 'robollamada'. Y así puedes evitarlas
Además, las empresas deben informar a los consumidores sobre cómo obtuvieron sus datos personales si así se les solicita.