Un muy interesante artículo en
The Washington Post, datos y sentido a una tendencia que llevo mucho tiempo escuchando, la agricultura regenerativa, una técnica agrícola que evita alterar el suelo a través de la labranza periódica para cultivar cosechas o pastos. La agricultura regenerativa disminuye la erosión del suelo que provoca el uso del arado en ciertos suelos, sobre todo en los más arenosos y secos en pendiente, donde evita la pérdida de nutrientes por escorrentía. Otros beneficios incluyen un aumento en la cantidad de agua que se infiltra en el suelo, la retención de materia orgánica en el suelo y el mantenimiento del ciclo natural de nutrientes.
El arado es una tecnología que data de hace más de diez mil años, y que se desarrolló en los fértiles valles del Nilo, en donde las inundaciones anuales periódicas regeneran completamente el suelo y lo llenan de nutrientes. En ese contexto de hiperabundancia de nutrientes, hacer surcos en la tierra era simplemente cómodo porque facilitaba la siembra. A partir de ahí, nuestro sistema agrícola ha estado encadenado a una tradición que, fuera de su contexto original, ya no tenía demasiado sentido, y que ha contribuido a degradar más de la mitad de las tierras de labranza del mundo.