A todos nos gusta comprar videojuegos, pero que te los presten es un poquito mejor: además de los que ya tienes en propiedad puedes disfrutar de los que son de tus amigos. Lo de devolverlos, me temo, ya es más delicado. En consolas ese concepto se asocia a las copias en físico, e incluso en esas sabes que no todo lo que prestas acaba volviendo a la estantería. Eso es así.