En los inicios de la historia del cine no había dobles de acción, porque no había estrellas. Si se necesitaba a alguien que montara en un caballo o que hiciera acrobacias a cien metros de altura, había un montón de chicos jóvenes recién salidos de la guerra que necesitaban trabajo y estaban dispuesto a hacerlo por muy poco dinero e incluso de manera totalmente gratuita. Sin embargo, los dobles de acción acabaron condenados al olvido por parte de la industria.