A finales de 1890 y con el cambio de siglo muy cerca, el mundo del arte vivió una sacudida que todavía resulta asombrosa. De la pintura a la literatura, las grandes vertientes del pensamiento universal se volvieron más complicadas y cercanas al pensamiento filosófico.

En 1902, el cine todavía era una curiosidad de feria a la que pocos tenían acceso. Pero eso no impidió que Georges Méliès experimentara en lo que serían los cimientos de varios de los géneros más populares del séptimo arte en el futuro: la ciencia ficción.

De la acción, al amor, pasando por el horror.

Ahora mismo, resulta difícil imaginar la industria del entretenimiento sin la influencia de las plataformas más populares como Disney+. No solo debido a sus alcances, convertidas en vitrinas para todo tipo de contenido que, de otra forma, no encontraría su público.

Hace unas pocas décadas, los grandes estrenos cinematográficos solo podían disfrutarse en el cine. De hecho, se trataba de un evento cultural mayor, en el que los estudios y productores ponían un considerable esfuerzo en publicitar.

En la actualidad, disfrutar de los clásicos cinematográficos de cualquier género, puede resultar un problema. En particular, porque la cada vez más amplia variedad de opciones en servicios de suscripción, hace que la prioridad sea la de ofrecer las opciones cinematográficas y del formato serializado recientes.